Tren cancelado

Tren cancelado 


El martes a la noche, después de cenar en el instituto y despedirnos de nuestros compañeros alemanes hasta abril, fuimos a nuestras casas de acogida para hacer la maleta. El miércoles quedamos a las 9:15 en la estación principal de tren de Bremen para poner rumbo a París. Nuestro trayecto debería haber sido Bremen-Karlsruhe y Karlsruhe-París, pero por motivo de las huelgas que había en Francia por la reforma de las pensiones nos cancelaron tanto el segundo tren como el tren del día siguiente de París-Hendaya. Ante esta situación, Janek, el profesor alemán, nos ayudó a buscar otra conexión (Bremen-Köln, Bruselas, París), pero justo antes de cambiar los billetes cancelaron dicha opción. 

Este suceso nos hizo reflexionar sobre todo lo que conlleva que nosotros, como ciudadanos, protestemos cuando no estamos de acuerdo con las decisiones del gobierno, como en este caso. Las huelgas son un derecho que tenemos hoy en muchos países. Sin embargo, si echamos una mirada atrás en la historia, comprobamos que ha costado mucho que conseguirlo, de hecho hoy en día hay países que no cuentan con ello y las personas que salen a la calle a protestar pueden ser encarceladas e incluso condenadas a muerte.

Durante las cinco horas que duró el trayecto Bremen-Karlsruhe nuestra profesora Cristina estuvo buscando trayectos alternativos, y desde Mendavia el equipo directivo, junto con Javi, nos ayudó a poner solución al viaje de París-Mendavia del día siguiente. A las 15:25 llegamos a la estación de Karlsruhe y nos dieron una solución: ir a Offenburg para coger un tren dirección Strasburgo y de allí tomar otro a París. Pero... todavía no había terminado nuestra aventura porque no nos dejaron subirnos al tren con destino a la capital gala. Las profes tuvieron que ir a la oficina de atención al cliente para conseguir que nos dejaran entrar en el siguiente y último tren del día a París. La verdad es que teníamos ganas de llegar al hotel parisino, pero no estábamos nada nerviosos porque a una mala... pasábamos la noche en Strasburgo y de paso visitábamos la ciudad. 

Una de las mayores alegrías del día fue cuando, a treinta minutos de la salida del tren, vemos que Cristina y Rebeca se acercan a nosotros con los billetes: ¡lo habían conseguido! Ahora nos separamos en dos vagones, ya que no había catorce plazas juntas. Tras muchos trenes cancelados, trasbordos a todo correr y risas sin control llegamos a la estación este de París y en diez minutos andando llegamos al hotel. Como todo el en la vida, lo bueno llegó y después de dejar las maletas nos fuimos a cenar a un restaurante en el que pudimos ver el partido PDG-Bayern de  Múnich. 

Después de todas las emociones que habíamos pasado y de la cena, algunos de nosotros nos fuimos al hotel y otros se fueron con las profes a dar un paseo hasta el Museo del Louvre. 

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